Paqui Blanco SUICIDIO, ES HORA DE HACERLO VISIBLE Y PREVENIRLO
SUICIDIO, ES HORA DE HACERLO VISIBLE Y PREVENIRLO

SUICIDIO, ES HORA DE HACERLO VISIBLE Y PREVENIRLO

Hoy abordamos el tema del suicidio, un tema que, a pesar de ser la primera causa de muerte en nuestro país, incluso por encima de los accidentes de tráfico, aún tiene muchos estigmas y tabúes. De hecho, muchas veces son los mismos supervivientes, que son las personas cercanas o la propia familia de las víctimas, las que deciden no contarlo y sufrirlo en silencio, puesto que el suicidio no solo afecta a las personas que deciden quitarse la vida, sino que deja un reguero de dolor a su alrededor que es muy difícil de asimilar y gestionar.

Esto demuestra que hay un gran estigma social alrededor del suicidio, por ello creo que es importante empezar a trabajar para hacerlo visible y ayudar a prevenirlo.

Y es que el silencio es el mayor aliado del suicidio, de manera que el principal enemigo a batir es su invisibilidad, su silenciamiento y el tabú que lo envuelve, que hace que la persona, muchas veces, no sienta la fuerza y no encuentre el calor que le permita pedir ayuda.

Por ello es necesario hablar sobre él, exteriorizarlo y que la información aportada se muestre como una puerta de salida para buscar ayuda y prevenirlo. Así que hay que empezar a hablar de ello de forma continuada porque es un problema de salud pública en el que todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad.

De modo que si se hablase con naturalidad del tema, se normalizaría y ayudaría a las personas que tienen ideas suicidas a saber que se puede salir de ese círculo. Pero tenemos que tener en cuenta que tampoco podemos hablar de cualquier manera, ni todas las palabras son de igual ayuda, por ello la Organización Mundial de la Salud recomienda una información responsable para reducir los comportamientos suicidas, es decir, no se trata de dar detalles morbosos ni juzgar, sino de ayudar y para ello debemos tener claro que hablar del suicidio no incita a esta conducta, más bien la previene.

 “Todo acto por el que un individuo se causa a sí mismo una lesión, o un daño, con un grado variable de la intención de morir, cualquiera sea el grado de la intención letal o de conocimiento del verdadero móvil“.

¿De qué hablamos cuando hablamos de suicidio?

Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se define el acto suicida como:

Todo acto por el que un individuo se causa a sí mismo una lesión, o un daño, con un grado variable de la intención de morir, cualquiera sea el grado de la intención letal o de conocimiento del verdadero móvil“.

Pero además debemos distinguir entre varios conceptos:

 1.- Ideación suicida: son los deseos, pensamientos y planes para cometer un acto suicida.

 2.- Conductas suicidas:

  • Intento de suicidio: es un acto voluntario realizado por la persona con el fin de producirse la muerte, pero sin llegar a conseguirlo.
  • Suicidio consumado: es el acto de matarse de un modo consciente, considerando a la muerte como un medio o como un fin.
  • Parasuicidio: es una conducta autolesiva, no mortal, realizada por el individuo y en la que no es esencial la intencionalidad u orientación hacia la muerte.
  • Suicidio frustrado: Cuando el suicidio no llega a consumarse debido a la intervención de otras personas.

 Son personas que han decidido quitarse la vida y, además, detrás de cada una de ellas, hay al menos otras 6 personas que sufren un gran impacto por esa muerte. Con esto te puedes hacer una idea de todo el sufrimiento que hay detrás del suicidio.

Algunos datos para hacernos una idea de la importancia del suicidio

Antes de empezar con las estadísticas, me gustaría resalta el hecho de que no son solo cifras, estamos hablando de números de fallecidos, es decir, cada número se corresponde con una persona. Todas ellas son personas que han decidido quitarse la vida, y además, detrás de cada una de ellas, hay al menos otras 6 personas que sufren un gran impacto por esa muerte.

Con esto ya te puedes hacer una idea más aproximada de todo el sufrimiento que hay detrás del suicidio y de lo que ello supone. Y es que dentro de las 3671 muertes por suicidio que padecimos en 2019, hay madres, padres, hermanos, hermanas, hijos, vecinos, compañeras de trabajo…

A nivel local, cada día hay una media de 10 suicidios en España, o lo que es lo mismo, uno cada dos horas y media. Es la principal causa de muerte no natural desde que en 2008 superó a los accidentes de tráfico —a los que ahora doblan—. Pese a ello, España carece de un plan nacional de prevención del suicidio, no hay coordinación en las respuestas autonómicas, ni campañas de sensibilización a nivel estatal.

Los datos para los cinco primeros meses de 2020 apuntaban a una reducción respecto al año anterior, debido al primer confinamiento. Pero actualmente se teme que se pueda dar un repunte, ya que la pandemia ha sacudido la salud mental de la población y, especialmente, han aumentado las autolesiones e intentos de suicidio entre los jóvenes.

Pero no es solo un problema a nivel nacional, si no que el suicidio es una de las tres principales causas de mortalidad en todo el mundo y provoca más de un millón de fallecimientos cada año.

Cabría destacar que detrás del 90% de los casos había una enfermedad mental, que podría haber sido tratada, mientras que el otro 10% restante, se debe a las circunstancias del momento vital como pueden ser la pobreza, el desempleo, el abuso de alcohol y estupefacientes, malos tratos en la infancia, etc.

Por ello los estudios recientes concluyen que la prevención del suicidio es posible. Sin embargo, a pesar de la relevancia de estos datos, la mayor parte de los países carecen de estrategias específicas para abordar esta situación.

Lo que pasa por la mente de la persona son mensajes del tipo ”No puedo más” o “estoy harto de este sufrimiento”; y estos puede no compartirlos con nadie, quedárselos para sí mismo. De modo que el suicidio se ve como una manera de terminar con una situación personal, familiar o social que se vuelve prácticamente insoportable.

¿Por qué una persona decide suicidarse?

La gran mayoría de las personas concibe al proceso de muerte como lo más terrible que le puede suceder a un individuo, mientras que para el suicida, la muerte adquiere un sentido especial. Su manera de pensar en el fallecimiento es muy diferente a la de la gran mayoría, y eso influye en su comportamiento y sus actitudes.

El suicidio puede ser planeado y llevarse a cabo como una manera de liberarse de aquellos problemas que asfixian a la persona, de modo que, cuando  aparecen las ideas suicidas, lo que pasa por la mente de la persona son mensajes del tipo ”No puedo más” o “estoy harto de este sufrimiento”.

Además estos pensamientos negativos puede no compartirlos con nadie, quedárselos para sí mismo, llegando al punto de que el suicidio se ve como una manera de terminar con una situación personal, familiar o social que se vuelve prácticamente insoportable.

Sabiendo esto habría que destacar que las personas que deciden suicidarse pueden llegar a ver la muerte desde dos perspectivas diferentes, estas son:

1.- Como una salida de emergencia

En este caso lo primordial en esta persona es alejarse del sufrimiento, de las situaciones o personas que se lo provocan, no le da importancia a lo que se pueda encontrar después de la muerte. Para ellos lo verdaderamente importante es salir de su estado, de una vez por todas, atravesar ese “callejón sin salida” en el que se encuentra. El objetivo principal de cometer el acto suicida es superar la angustia presente de manera rápida.

Aquí, la persona que quiere suicidarse entiende la muerte como la liberación de aquellas ataduras y las dificultades presentes en su  vida, un cambio que le permite pasar a otro plano existencial imaginado y caracterizado por la ausencia de sufrimiento.

2.- El suicidio visto en positivo

Para otras personas el objetivo del suicidio es realizar un cambio, ya sea en uno mismo o en el entorno en el que se encuentra. Desde esta perspectiva  lo primordial no es liberarse de aquella situación de angustia, sino que más bien, se centra en aquello que la persona desea lograr: tranquilidad, paz, felicidad…

En este caso, el concepto se transforma en una especie de portal en el que el sujeto se adentra para obtener una experiencia de vida más armónica y placentera. Aunque nos parezca ilógico y  nos confunda, estas personas lo que aspiran conseguir con el suicidio es vivir plenamente. Pretende conseguir pasar a otra vida en la que no existirá ni la angustia ni el sufrimiento que puede presentarse en algún momento de la vida presente. Sería algo así como volver a esa seguridad del útero materno.

Las señales de alerta podrían ser también una petición de ayuda y nos proporcionan una oportunidad tanto a la familia como a amigos, conocidos y profesionales de la salud para intervenir y prevenir que esta persona se suicide.

¿Cuáles pueden ser algunas de las señales de alerta de un suicidio inmediato?

Una señal de alerta nos indica que una persona estaría teniendo serios pensamientos de quitarse la vida y que podría incluso estar planificando como realizarlo. Si te das cuenta de que alguien conocido está actuando de un modo extraño, que no tiene que ver con su carácter habitual, es importante que hables con él sobre lo que puede estar pasando.

Las señales de alerta podrían ser también una petición de ayuda y nos proporcionan una oportunidad tanto a la familia como a amigos, conocidos y profesionales de la salud para intervenir y prevenir que esta persona se suicide.

Las siguientes conductas son frecuentes entre personas que están considerando quitarse la vida:

  • Amenazan con dañarse o matarse
  • Buscan medios para suicidarse o hablan de un plan de suicidio
  • Hablan o escriben sobre la muerte, el morirse o el suicidio   
  • Expresan sentimientos de desesperanza
  • Expresan sentimientos de ira, rabia o venganza
  • Se involucran en conductas que implican un riesgo innecesario o que son irresponsables 
  • Expresan sentimientos de estar atrapado, de no ver una salida
  • Incrementan el uso de alcohol u otras drogas
  • Se retiran o evitan el contacto con amigos, familias o su entorno
  • Se muestran ansiosos o agitados
  • Hay patrones anormales de sueño, como el no dormir o el dormir todo el tiempo 
  • Cambios dramáticos en el humor, tales como sentimientos de alegría tras un largo período de tristeza o depresión 
  • Se desprenden de sus posesiones o se despiden de su  familia y amigos 
  • Pierden el interés en muchas actividades en las que  antes participaban 
  • Dicen que no hay razones para vivir o que la vida es  un despropósito.

En caso de identificarlos, es importante responder con rapidez, especialmente si la persona muestra varios al mismo tiempo, hablando con la persona y buscando la ayuda profesional y el apoyo de otros.

 Es importante que pidas ayuda a un profesional, necesitas ponerte en manos de profesionales. También puedes acudir a una persona de tu confianza, no sientas vergüenza y comunícale lo que te está sucediendo. Déjate ayudar.

¿Qué puedes hacer si eres tú el que ha comenzado a pensar en el suicidio?

Lo primero que debes hacer es no callarte ni ocultar tus sentimientos, ni mucho menos menos aislarte. De modo que debes ponerte en alarma si ves que tienes algunos de los siguientes pensamientos:

Si sientes que la vida no merece la pena, que nadie puede ayudarte, que nada va a cambiar y que la única manera de acabar con el sufrimiento y con los problemas es dejar de vivir…

Si te sientes hundido, sin fuerzas, con cambios bruscos de humor, falta de interés por la vida, trastornos del sueño y tienes deseos de morir…

Si te estás refugiando en las drogas o en la bebida.

Si estás elaborando un plan de dónde, cuándo y cómo suicidarte y no puedes apartar la idea de tu mente.

Es importante que pidas ayuda a un profesional, necesitas ponerte en manos de profesionales. También puedes acudir a una persona de tu confianza, no sientas vergüenza y comunícale lo que te está sucediendo. Déjate ayudar.

Por otro lado también debes saber que:

  • No estás sólo.
  • No mantengas en secreto tus pensamientos sobre el suicidio.
  • Los pensamientos suicidas normalmente están asociados con problemas que sí pueden resolverse. El suicidio puede presentarse como una solución permanente ante un intenso dolor. Pero aunque no lo parezca, la desesperanza, el dolor y el vacío son estados temporales, no permanentes. Que no se te ocurra ninguna solución, no significa que no haya soluciones, sino que ahora no eres capaz de verlas. Los tratamientos psicoterapéuticos y médicos te ayudarán a encontrar y valorar las opciones adecuadas.
  • Es normal que te sientas ambivalente. La mayoría de las personas que piensan en el suicidio realmente no desean morir, sino librarse de las circunstancias intolerables de la vida. Déjate ayudar y busca apoyo. Las ideas de suicidio suelen ser pasajeras. Aunque ahora sientas que tu abatimiento no va a terminar, es importante recordar que las crisis no son permanentes.
  • No es bueno actuar de forma impulsiva. Puedes demorar cualquier decisión acerca del suicidio. Con el tiempo, las ideas de suicidio desaparecerán y te sentirás más capaz de enfrentarte a los problemas.
  • Aunque el problema que tienes ahora pueda ser muy grave, con el tiempo y la ayuda de profesionales, familiares y amigos, podrás verlo de una manera diferente, sin tanta intensidad y de forma más controlada.
  • Las razones para vivir ayudan a superar momentos difíciles. Recuérdalas. Piensa en las cosas que te han sostenido en los momentos difíciles: tu familia, tus amigos, tus aficiones, tus mascotas o tus proyectos de futuro.

Ten en cuenta las veces que supiste salir de otros problemas, si otras veces lo conseguiste, esta vez: ¿por qué no vas a poder?

Antes de que sea más tarde, necesitas hablar de lo que te está ocurriendo, para ello tienes a tu disposición el teléfono de la Esperanza. Un servicio telefónico 24 horas, donde se ofrece ayuda para superar problemas emocionales.

914 590 055  / 717 003 717

También tienes disponible la web: http://www.telefonodelaesperanza.org/ (aquí puedes encontrar el teléfono de tu centro más cercano)

En definitiva, no lo dejes pasar es importante que se sienta acompañados y vean que hay otras soluciones para salir de las dificultades que se le presentan

¿Cómo puedo tratar a una persona que está pensando en suicidarse?

Si has detectado o sospechas que una persona cercana esta pudiendo tener pensamientos suicidas o incluso llegarse plantearse el suicido, los paso que debes seguir son:

1.- Atender cualquier comentario que la persona haga al respecto.

Hay que preguntarle directamente: ¿Qué quieres decir con eso de que no puedes más? ¿Qué quieres decir con eso de que estarán mejor sin ti?, o ¿has pensado alguna vez en el suicidio?

2.- Incitarles a pedir ayuda. ¿Cómo les convencemos para que reciban atención de un especialista, qué les decimos?

Podemos decirle algo así: “pensar en el suicidio no te convierte en un loco, un débil, o un cobarde, muchas personas tienen este tipo de ideas a diario, y han encontrado otras alternativas. Probablemente atravieses una situación tan difícil, que te cueste ver otra solución.

Si es escéptico o reticente en cuanto a acudir al hospital, podríamos decirle: “Estoy seguro que no vas a permanecer en el hospital más que lo rigurosamente necesario, y si es posible, se llevará a cabo un tratamiento ambulatorio…”. “Estoy seguro que en el hospital pueden prestarte la ayuda que necesitas, y la atención que te mereces”.

No es suficiente con recomendarle acudir a pedir ayuda, debemos comprometernos nosotros a acompañarle al hospital, al centro de salud mental…etc., o contar con un tercero que pueda acompañar a la persona en su solicitud de ayuda.

3.– Hacerle ver que esos sentimientos serán temporales

Efectivamente, el suicidio es una solución eterna, a lo que en ocasiones, es solo un problema temporal. Pero la persona puede tener motivos muy legítimos para querer quitarse la vida, razones de verdadero peso.

Como allegados, familiares…, etc., no podemos pretender quitarle las ideas suicidas, quizá ni el mejor psicólogo, ni el mejor psiquiatra tampoco, puedan quitarle esas ideas en un momento de alto riesgo en una intervención breve.

Deberíamos ser más humildes, y perseguir un objetivo más realista y menos ambicioso: “simplemente” aplazar la decisión: “Oye, siempre puedes suicidarte más adelante, tienes toda la vida para hacerlo, yo no puedo impedírtelo, pero permíteme que hablemos antes de la situación por la que atraviesas…”.

En definitiva, no lo dejes pasar es importante que se sienta acompañados y vean que hay otras soluciones para salir de las dificultades que se le presentan

 Cuando alguien habla de suicidarse, no está llamando la atención, está pidiendo ayuda, para una situación que no sabe cómo gestionar.

¿Qué no se debe hacer nunca?

En ningún caso, debe minimizarse el riesgo, restarle importancia, frivolizar, o tratar el tema como una “llamada de atención”, cuando alguien habla de suicidarse, no está llamando la atención, está pidiendo ayuda, para una situación que no sabe cómo gestionar.

De modo que lo que no hay que hacer nunca es:

  • Ignorar las señales: “Siempre está con lo mismo y nunca hace nada”, “hace esto por llamar la atención”, “esto es ahora, en un rato se le pasa”, “lo que le gusta el drama…”.
  • Reprender o reprochar: “cómo puedes pensar así”, “a mí no se me ocurriría hacer lo que estás haciendo”, “hay que estar loco para querer matarse”, “el suicidio es de cobardes”, “Hay que ser muy valiente para suicidarse…”.
  • Retar, Cuestionar, desafiar, provocar: “Si quisieras matarte de verdad ya lo habrías hecho”, “hazlo si quieres valiente…”.

Por otro lado debemos tener una mente abierta y eliminar esas creencias heredadas erróneas o mitos y los estigmas asociados con el suicidio que lo convierten todavía en un tema “tabú” para muchos. Por ello, la información y formación sobre este tema fundamental, la vida de alguien puede depender de ello.

Desmentir los mitos sobre el suicidio no solo reduce el estigma, sino que también ayuda a la sociedad a comprender que alguien está en riesgo y a buscar ayuda. Tomar conciencia de los conceptos erróneos más comunes sobre el suicidio es el primer paso para su prevención. 

Mitos y creencias erróneas sobre el suicidio

Desmentir los mitos sobre el suicidio no solo reduce el estigma, sino que también ayuda a la sociedad a comprender que alguien está en riesgo y a buscar ayuda. Por ello debemos empezar a combatir y eliminar mitos como:

Mito 1.  “Preguntar sobre suicidio es peligroso ya que puede provocarlo.”

Al contrario. Los estudios indican que hablar sobre el suicidio con una persona que está en riesgo, en vez de incitarle o “darle ideas” de hacerlo, suele ayudarle a sentirse mejor y reducir el riesgo.

Mito 2. “Quien amenaza con suicidarse no comete un acto suicida.”

Cualquier aviso o amenaza supone un riesgo y debe tomarse en serio.

Por ello es aconsejable tratar el tema.

Mito 3. “Solo las personas con problemas graves se suicidan.”

Situaciones muy diversas pueden llevar a una persona a plantearse el suicidio.

La falta aparente de problemas no debe hacernos pensar que no hay riesgo.

Mito 4. “Algunos intentos son para llamar la atención.”

Los intentos de suicidio son factores de riesgo muy importantes. Cualquier intento debe tomarse en serio y es recomendable buscar ayuda de un profesional de la salud.

Mito 5. “Acercarse sin preparación, solo con sentido común, a una persona en riesgo es perjudicial para ella.”

Cualquiera puede ayudar en la prevención: mostrando interés, cercanía y comprensión, además de motivar a la persona a pedir ayuda profesional

Tomar conciencia de los conceptos erróneos más comunes sobre el suicidio es el primer paso para su prevención. 

 Es importante destacar cuatro necesidades clave de un superviviente a tener en cuenta en esos primeros minutos: ser escuchados, ser creídos en todo lo que cuentan, ser respetados en su forma de afrontarlo y sentir que pueden mostrar su vulnerabilidad y expresar sus emociones

Y si el suicidio ya se ha producido ¿cómo puedo actuar ante las personas cercanas?

Un punto de partida fundamental es considerar que no existe una forma universal de reaccionar ante el suicidio de un familiar: tan normal es llorar como no hacerlo, tan normal es querer salir corriendo como quedarse paralizado e incrédulo, tan normal es querer desahogarse como quedarse callado, debemos considerar y sobre todo respetar cualquier respuesta inmediata del superviviente (así es como se conoce a las personas que han perdido a un ser querido por suicidio) como una reacción normal, de una persona normal, ante una situación completamente anormal y extrema, y no vamos a considerarla como patológica hasta que no se demuestre lo contrario, y comprobemos con el tiempo si es eficaz o no para asimilar la pérdida.

Todas esas reacciones tienen como función protegerse del sufrimiento psicológico, y surgen como un intento de procesar y de sobrevivir a la tragedia. Por lo tanto, no se trata de una enfermedad, y vamos a permitir la expresión particular de las emociones siempre que no corra peligro su integridad física, ni la de terceros.

Es importante destacar cuatro necesidades clave de un superviviente a tener en cuenta en esos primeros minutos: ser escuchados, ser creídos en todo lo que cuentan, ser respetados en su forma de afrontarlo y sentir que pueden mostrar su vulnerabilidad y expresar sus emociones.

Los supervivientes sufren el aislamiento del entorno, las miradas esquivas, el cambio de tema en la conversación cuando sale el tema de la pérdida, evitar el nombre de la persona fallecida, algunos supervivientes observan cómo sus conocidos incluso cambian de acera para no dirigirse a ellos.

 ¿Cómo es el proceso de duelo?

Más del 40% de supervivientes, persona que han sufrido el suicidio de cerca sin ser ellos los que se han suicidado, ocultan o inventan el motivo real de fallecimiento y acaban enquistando su dolor y convirtiéndolo en una patología psicológica.

Mantener el silencio sobre el motivo de fallecimiento aumenta los sentimientos de culpa y de vergüenza, de modo que el duelo por suicidio se enmarca dentro de los duelos prohibidos y estigmatizados por la falta de apoyo social y el aislamiento en comparación con otras pérdidas como un infarto o un accidente.  

Los supervivientes experimentan mayor nivel, y más duradero, de shock e incredulidad, rumian obsesivamente durante mucho más tiempo sobre las circunstancias que rodean a la muerte, pensamientos del tipo “por qué lo hizo”, “si sufrió o no”, “si fue rápido”, “si se acordó de ellos en el último momento…”, “cómo no pudieron evitarlo…”.

Los supervivientes sufren el aislamiento del entorno, las miradas esquivas, el cambio de tema en la conversación cuando sale el tema de la pérdida, evitar el nombre de la persona fallecida, algunos supervivientes observan cómo sus conocidos incluso cambian de acera para no dirigirse a ellos.

La gente “rehúye” literalmente, bien en un intento de sobreprotección para no aumentar el dolor del superviviente, por cuestionamientos propios o porque no sabemos cómo dirigirnos a una persona en duelo por suicidio.

Por todo ello, si conoces algún caso de superviviente que este en el proceso de duelo, lo que podrías hacer es acompañarlo, mostrarte empático y, especialmente, evitar caer en situaciones que puedan agravar su dolor, ya que la muerte por suicidio es una de las experiencias más devastadoras para un ser humano.

En un momento tan difícil hay que ser muy respetuosos y extremar la precaución para no decir cosas que aumenten aún más el sentimiento de culpa y el dolor de los supervivientes como: “¿Tomaba drogas?”,”¿cómo se ha suicidado?” ,”¿no pudisteis hacer nada?” ¿tenía depresión?, ¿no se medicaba?, “ahora estáis más unidos”, “una persona tiene derecho a decidir si quiere vivir o quiere morir”, “sé cómo te sientes”, “eres joven, aún puedes volver a casarte”, “tienes que ser fuerte, aún tienes más hijos.”, “ahora eres tú el hombre/ la mujer de la casa”.

Podemos aprender a escucharles formándonos, documentándonos, leyendo, aprendiendo sobre sus necesidades. La depresión implica una dificultad psicológica más compleja, que abarca desde la incapacidad para poder disfrutar de lo que uno hace y una tristeza constante durante semanas hasta no poder dormir, tener poco apetito o mucho, estar muy cansado, no poder tomar decisiones o tener dificultades de concentración

Así que si has perdido a un ser querido por suicidio o lo has vivido de cerca, me gustaría recomendarte el libro “La pérdida inesperada. Duelo por suicidio de un familiar” de Dulce Camacho.

Yo te puedo acompañar y guiar en tu proceso de duelo si sientes que ha pasado el tiempo y no consigues seguir adelante. Recibe la ayuda experta que necesitas, para ello, solo tienes que solicitar una primera entrevista informativa gratuita y sin compromiso, para saber cómo trabajo personalmente.

Rellena el siguiente formulario o llama al 697 230 781. Te espero.

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