Comienza diciembre y desde ya el contenido de la publicidad, las luces, la planificación de cenas y reuniones, los villancicos… Todo esto nos recuerda que la Navidad está a la vuelta de la esquina, unas fechas anheladas por muchos, pero a la vez, poco deseadas por tantos otros. Es una triste navidad ¿por que no me siento feliz?
Y es que pronto nos adentramos en la época del año en la que parece que todo el mundo debe estar alegre, pero puede que se dé el caso de que tú no te contagies de esa alegría colectiva. Tú sientes algo muy diferente, ya que con esta festividad aumentan tus niveles de estrés y ansiedad o bien te provoca un profundo sentimiento de angustia, falta de ánimo y tristeza.
Hoy hablamos de qué pasa cuando la navidad nos desencadena sentimientos y pensamientos desagradables y de cómo podemos transformar nuestra actitud hacia ella y volver a ilusionarte y disfrutarla como una oportunidad para vivir buenos momentos.
Y es que cuando te acompañan la ansiedad, el miedo, el estrés o la tristeza, las celebraciones de estos días se hacen aún más cuesta arriba, de manera que tenerte que enfrentar a una reunión familiar, salir a comprar con las calles y tiendas llenas de gente e involucrarse en actividades, sin ninguna ilusión por las fiestas, aumenta el malestar emocional.
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¿Por qué no estoy feliz en Navidad?
La paz, el amor y la alegría son la razón de ser de estas fiestas, pero para algunas personas esos conceptos están muy alejados de una festividad que puede llegar a causarles sensaciones de estrés, ansiedad o tristeza. Y es que la Navidad tiene muchos ingredientes que pueden contribuir a generar malestar, sobre todo porque son fechas en las que se nos invita a ser felices, y el sentir que no lo somos puede llevarnos al desasosiego y a afectar a nuestra salud mental.
Y es que cuando te acompañan pensamientos parasitarios, tóxicos o negativos, la ansiedad, el miedo, el estrés o la tristeza, las celebraciones de estos días se hacen aún más cuesta arriba, de manera que tenerte que enfrentar a una reunión familiar, salir a comprar con las calles y tiendas llenas de gente e involucrarse en actividades, sin ninguna ilusión por las fiestas, aumenta el malestar emocional.
Esto se debe a que tiendes a asociar con tanta fuerza las palabras Navidad y felicidad que no te permites ser consciente de lo que realmente te ocurre, además no quieres pensar en ello porque crees que se trata de una tontería pasajera y tienes que estar feliz porque es lo que toca en estas fechas.
Pero en realidad, la idea de felicidad general en esos días, tan opuesta a lo que sientes, solo refuerza la culpa, la tristeza y la sensación de que el mundo se mueve y tú vas a contracorriente, de manera que con esta actitud lo único que consigues es aumentar tu malestar y sentirte un bicho raro que anda desconectado de la felicidad navideña.
Otro hecho que puede influir en la aparición de estos sentimientos de ansiedad y estrés es que la Navidad también es un momento que nos impulsa al cambio, por esa «convicción» adquirida de intentar ser mejores personas y sacar nuestra mejor versión durante esa época. Además este factor se ve potenciada por el hecho de que estas fiestas coincide con el inicio del año, que siempre es la excusa para pensar en nuevos propósitos y en cambios a mejor.
Por ello, una óptima manera de aprovechar todo esto y desterrar los pensamientos negativos que puede producir la Navidad, es programarse en positivo y tener el auto convencimiento de que, sean cuales sean las circunstancias, vas a mentalizarme en intentar disfrutar y ser feliz.
Para ello debes identificar y reconocer cual o cuales son las situaciones que te provocan esos sentimientos negativos hacia la Navidad, para luego acotarlos e intentar solucionarlos.
¿Qué situaciones pueden crear rechazo a la navidad?
Para empezar el hecho de aceptar que este año no tienes ganas de Navidad y localizar aquellas cosas que más te afectan, es un buen comienzo para disminuir el malestar. Y es que hay muchos motivos por los que puedes sentir rechazo a estas fiestas, pero es importante que sepas que no estás obligado a contagiarte de ese estado de máxima felicidad, pero tampoco se trata de odiar las navidades. La clave está en el punto de vista que le quieras dar a determinadas circunstancias.
Para ello debes identificar y reconocer cual o cuales son las situaciones que te provocan esos sentimientos negativos hacia la Navidad, para luego acotarlos e intentar solucionarlos. Aunque esto suele ser una cuestión muy personal, algunos de las situaciones que pueden crear rechazo son:
1. Los conflictos familiares
Son muchas las personas a las que no les gusta la Navidad porque tienen la creencia de que sus reuniones familiares deben ser como las que nos muestran los anuncios de la televisión: familias perfectas donde todo el mundo se alegra de encontrarse y la paz y la armonía reinan siempre. Pero ya sabemos que esto no es así, nos podemos encontrar con situaciones familiares muy variadas que se alejan mucho de la familia perfecta.
Si este es tu caso, piensa que no puedes cambiar a aquellas personas de tu familia que no te caen bien y con las cuales no tienes una relación muy cordial, pero eso no tiene porque arruinarte la cena.
Trivializa un poco, ten en cuenta que es solo un día, un evento puntual que terminará en unas horas. Así que centra tu atención en las personas a las que haces feliz con tu presencia, busca la compañía de aquellas con las que mejor te sientes y siéntete agradecido por poder pasar algo de tiempo con ellas.
2. Ausencias de seres queridos
La tristeza, y no la ilusión, es la emoción que cubre la Navidad de muchas personas, a quienes la llegada de estas fechas con sus tradiciones y reuniones familiares remueve por la ausencia de algún ser querido. El dolor se acentúa si el fallecimiento de ese familiar o persona cercana ha tenido lugar recientemente y son las primeras fiestas que hay que afrontar sin su presencia.
Ante esta situación algo que resulta muy gratificante es durante la cena recordar momentos bonitos con el ser querido, por ejemplo, que cada uno comente una anécdota que viviera con él para así canalizar los sentimientos. Seguramente se escaparán tanto risas como llantos, pero a todos hay que darles su espacio.
Pero si en cambio sientes el deseo de aislarte y no participar en tantos eventos familiares, tienes que tener claro que no pasa nada, cada persona vive el duelo a su manera, y esto debe ser respetado.
3. Estrés navideño
Hay diferentes razones que explican por qué la Navidad no es solo una época de felicidad, sino que el estrés también tiene un gran protagonismo. Son dos las posibles razones por las que te estresas en la época navideña:
- Los gastos excesivos en compras y eventos de Navidad. El gasto económico al que casi se nos obliga en estas fechas contribuye en gran medida a aumentar nuestros niveles de estrés. De esta forma, comidas de empresa, cenas de amigos, reuniones familiares, amigos invisibles, etc, son los responsables de que tu cuenta corriente tiemble en el mes de diciembre.
¿Cómo gestionarlo?
Realizar las compras de una forma bien planificada y con una correcta gestión del dinero ayudará, en gran medida, a reducir el estrés. Puedes hacer un listado de aquello que quieres comprar, este debe ser acorde a un presupuesto realista según tu situación económica que te permitirá, además, comparar precios con mayor facilidad, por lo que harás un uso más eficaz de tu tiempo y dinero.
- Los compromisos sociales: la propia sensación de obligación de asistencia a todas las reuniones que surgen en estas fechas supone un motivo de agobio, aún más si eres tú la persona que se encarga de organizarlos. Tener la agenda repleta de diferentes eventos con grupos de personas distintos supone por tanto un motivo de estrés.
¿Cómo gestionarlo?
No sientas la obligación de participar en todos los eventos. Si hay cosas que realmente no te apetecen nada pero hay una cierta presión social que te empuja a realizarla, corta por lo sano, anula los efectos de esa presión social comunicando a los demás, de manera asertiva, por qué no quieres participar en ciertas cosas. Si lo haces de una manera en la que quede claro tu punto de vista, es muy probable que lo entiendan, sobre todo si durante el resto del año tiendes a ser una persona que disfruta de participar en eventos sociales comparables.
4. Miedo al contagio por virus
El nerviosismo, la necesidad de estar continuamente buscando información, no poder dejar de pensar en las enfermedades, dificultades para dormir o para concentrarse, analizar repetidamente si tenemos síntomas de enfermedad, pensamientos recurrentes de que un virus puede estar presente en cualquier lugar, sentimientos de culpa ante la posibilidad de contagiar a otros. Estas son señales de que tu miedo no te va a dejar disfrutar de la Navidad.
Saber actuar desde la prudencia y el sentido común, y disponer de recursos que emocionalmente te ayuden a saber enfrentar el temor al contagio te hará sentir cada vez más fuerte en el camino de retorno a tu calidad de vida. Para que el miedo al contagio no arruine tu navidad puedes:
- Realizar técnicas de relajación que te ayudarán a estar en el momento presente.
- Aprovechar el tiempo libre de estas fechas para realizar actividades agradables. Esto te ayudará a pensar en positivo y alejar el miedo.
Decidas participar en una gran cena familiar, hacer una celebración más intimista o incluso pasar de todos los clichés y ocupar los últimos días del año con otras actividades, lo importante es hacerlo libre de presiones.
Guía de supervivencia navideña
Decidas participar en una gran cena familiar, hacer una celebración más intimista o incluso pasar de todos los clichés y ocupar los últimos días del año con otras actividades, lo importante es hacerlo libre de presiones. Y para ayudarte a encauzar la situación, aquí va una pequeña guía de supervivencia navideña que te será de ayuda para poder llevarlas adelante y conseguir disfrutar de ellas:
1. Crea tu propia Navidad
Intenta descubrir cómo quieres que sea tu Navidad analizando cómo han sido tus fiestas en el pasado y cómo te hacían sentir. Da igual si tu Navidad particular es diferente, lo importante es que sea tuya y conecte con lo que tú realmente deseas.
Para ayudarte en este análisis te podrías preguntar:
- ¿Qué es lo que más me gusta de la Navidad?
- ¿Qué me gustaría cambiar si pudieras?
- ¿Hay algo que siento que hago por “obligación”, no porque quiero?
- ¿Cuáles son mis inquietudes y mis miedos respecto a las celebraciones?
- ¿Hay algo de las Navidades de mi pasado que quiera rescatar?
2. Dedícate tiempo de calidad
La Navidad no te gustará nunca si solo es sinónimo de obligaciones. En cambio, si está llena de momentos para ti, para tus ilusiones o tus “no quiero hacer nada”, llegarás a amarla. El autocuidado es muy importante para ser feliz, para ello puedes empezar prestando atención a aquellas cosas que son placenteras para ti, que te hagan sentir bien. Una vez tengas localizadas tus fuentes de felicidad planifica tus momentos y ponlos en práctica, eso sí, hazlo sin sentirte culpable. Así que recuerda, te mereces tu tiempo y no tienes por qué “ganártelo”. No tiene que estar todo listo y a punto para poder dedicarte unos minutos a ti. Resérvate un espacio diario para hacer lo que más te apetezca, sin tener que correr para llegar a todo y atender a todos.
3. Vive el momento
Hacer un esfuerzo por volver al momento presente y valorar aquello que te rodea hoy en día, como las personas que tienes alrededor y los momentos que vives con ellas, puede hacer que seas más consciente del momento que vives y consigas disfrutarlo como se merece, centrado en el presente y en disfrutar de tu entorno para hacerlo más agradable, así como conseguir que otras personas sean más felices gracias a tu actitud. Ya que lo que vives ahora también se convertirá en un preciado recuerdo que recordarás con alegría en algún momento.
4. Date permiso para sentir
Cuando reprimes una emoción porque te resulta incomoda o porque no quieres mostrar tu infelicidad a los demás… lo haces con la idea de eliminarla. Te esfuerzas por exteriorizar una emoción diferente a la que verdaderamente invade tu interior. No te reprimas el sentir miedo, rabia o tristeza, porque piensa que el sentirse feliz en estas fechas no es una obligación. Esta resistencia a emociones incómodas únicamente posibilitará la permanencia en un estado artificial en el que no se dará solución al origen del problema.
Cada emoción te enseña a descubrir una parte de ti y es importante que te des permiso para sentir estas emociones y para conocerlas. Solo de este modo, serás capaz de lidiar con ellas, de saber qué hacer cuando aparezcan y qué cambiar con respecto a tus pensamientos para que no sean recurrentes.
5. Hacer un ejercicio de gratitud
Dar las gracias nos ayuda a buscar lo bueno de lo que hemos vivido: por haber estado todos juntos, por la alegría de ver la cara de los niños al desenvolver regalos… Intenta también destacar algo bueno de cada persona con la que hayas pasado las fiestas, incluso de aquellas con las que la relación no sea tan fácil, así tu concepto de ellas cambiará. ¿Han mejorado aspectos que te estresaban o entristecían? Alégrate. ¿Hay algo que todavía te estresa o irrita? Acepta este sentimiento y piensa en qué cambiar para las siguientes Navidades.
Aunque, como ya sabes, si pones en marcha estos consejos y no consigues gestionar tu estrés, puede que haya otros factores que estén influyendo. Si consideras que necesitas orientación sobre cómo gestionar esta situación te aconsejo que busques ayuda profesional.
Estas emociones, a veces no terminan con la Navidad por ello es importante pedir ayuda si las emociones desagradables que achacamos a la Navidad y todo lo que la rodea no cesan una vez acabadas las fiestas y si se presentan nuevos signos que dificultan nuestra vida cotidiana.
¿Cuándo pedir ayuda profesional?
Las personas con problemas previos de depresión o ansiedad tienen más posibilidades de padecer tristeza en Navidad y de que se agudicen sus síntomas, por eso hay que estar atentos. Además, hay personas que, por su carácter, también son más propensas, personas que tienden a verlo todo negro, pesimistas… lo que les dificulta situarse en otro punto de vista y darle un cambio de sentido a las emociones desagradables que aparecen.
Estas emociones, a veces no terminan con la Navidad por ello es importante pedir ayuda si las emociones desagradables que achacamos a la Navidad y todo lo que la rodea no cesan una vez acabadas las fiestas y si se presentan nuevos signos que dificultan nuestra vida cotidiana. Cuanto antes se inicie una terapia, antes se podrá poner remedio al sufrimiento de la persona, y evitar que se cronifique y puedan derivar en una verdadera depresión.
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